BIG DATA Y SU UTILIDAD EN COMPLIANCE
Es obvio que
la información es poder en un mundo globalizado. Los procesos modernos de toma
de decisiones empresariales han ido evolucionando hacia modelos predictivos
diseñados para identificar tendencias o patrones en medio de ingentes volúmenes
de datos, muchas veces inconexos, capaces de indicar, a quien trascienda la
maraña de datos para ver la lógica interna entre los flujos de datos; por dónde
irán los tiros en la evolución determinados patrones de conducta, mercados,
relaciones económicas, etc, etc. Explicado en trazo grueso, esto es, más o
menos, lo que se denomina big data. No es intención de este post profundizar en
el conocimiento técnico de la disciplina, sino alumbrar algunas pinceladas sobre
las relaciones entre esta técnica y el mundo del compliance.
No hay que
esforzarse mucho para comprender la utilidad que esta disciplina del
tratamiento de datos masivos con intención de escudriñar tendencias puede tener
tanto para la gestión de riesgos (ERM) como para la prevención de delitos en
las organizaciones y el cumplimiento normativo (CMS).
Está
comprobado que las dinámicas habituales de los Programas de compliance cubren
las exigencias de debido control cuando hablamos de niveles intermedios de
posibilidad de ocurrencia y de impacto en caso de materialización de riesgos penales y de cumplimiento normativo.
Pero cuando nos fijamos en la franja roja del programa, la cosa cambia. Es
decir; el programa normal funciona para la persona normal, pero no para quien
se propone delinquir exista o no el programa.
Es obvio que
quien persigue la comisión de delitos se cuida mucho de no hacer saltar las
alarmas fijadas en los controles al uso, por ende de que algunos de los
controles están probados insuficientes para proteger a la empresa de
determinados riesgos. Es el caso, pej, de las políticas Anti-corrupción, o Antibribery management systems ABMS (soborno en inglés). En los casos de
soborno, cuando quien soborna es la organización (output bribery), el riesgo se puede controlar por medio de
indicadores financieros, ya que supone una salida de dinero de la empresa que
se tiene que recoger de algún otro modo en contabilidad. Pero cuando el soborno
se produce a miembros de la organización no es tan fácil; en estos casos
la ausencia de indicadores de riesgo (KRI Key
Risk Indicators) dificulta enormemente el trazo de las implicaciones, y con
ello el debido control exigible, en función de los riesgos debidamente
identificados y mesurados. Es en estos supuestos en los que primero se vino a
utilizar el big data en compliance y auditoría para la extracción de patrones
internos en las operativas delictivas analizadas.
Siendo, por
tanto, como es, necesario el enfoque de riesgos en el compliance, y así lo
declaran los modelos actuales y venideros de compliance que guiarán la
materia de ahora en adelante, contar con herramientas que no solo incidan en la
eficiencia del modelo, exigible en sede jurisdiccional, sino también en la
sostenibilidad y rentabilización de los costes de compliance. Es por esto que
el big data entró a través de los grandes auditores, que rápidamente lo
incorporaron a sus modelos teniendo en cuenta el mínimo margen de error que
ofrece frente al muestreo tradicional de evidencias de auditoría, unido al
ahorro en costes de tiempo y personal especializado, a la par que ganando en
eficacia y exactitud. Sin embargo, la auditoría hasta ahora se ha centrado en el tratamiento
de datos masivos pero ordenados, debidamente catalogados o dispuestos en torno
a un patrón previamente diseñado. Los propios que se utilizan en la Auditoría
de Cuentas.
Pero como
bien dicen los que saben de esto del big data,
el reto de lo que está por venir no está en el tratamiento de datos estructurados (structured data),
sino en el de los datos desestructurados (unstructured data). Y son precisamente
éstos, y no aquéllos que también, los que más interesan al mundo del corporate
compliance. Y me explico.
Pensemos, por ejemplo en
los delitos tecnológicos que tanto afectan a la banca en el desarrollo de su
modelo de negocio online. O en la sofisticación de las tramas de blanqueo de
capitales. No hay que tener mucha imaginación para adivinar la importancia que el
tratamiento ordenado de datos en redes sociales, bases de datos
transaccionales, o dentro del llamado Internet of things (no olvidemos que cada vez más aparatos con los
que interactuamos reporta datos); puede tener en términos tanto de averiguación
de patrones de conducta que determinen mayores niveles de riesgo, y por tanto
autoricen a centrar los esfuerzos de control en los procesos, personas y
circunstancias que entrañen mayores riesgos; como en la ventaja competitiva que
supone el poder de predicción y anticipación a tendencias futuras que se usarán
por los malhechores para zafarse de los controles tradicionales y eludir el
cumplimiento.
Cuando los
niveles de tolerancia al riesgo son elevados, las medidas disuasorias o
preventivas no son suficientes, y se hace necesario acudir a herramientas más
sofisticadas para ponerse por delante, o al menos a la par que quienes, por
reportarles más beneficios el incumplimiento que el riesgo de no cometerlo; se
muestran obstinadamente reticentes a entrar por la senda del cumplimiento
normativo. Son éstos quienes más fácilmente pueden meter a la empresa en un
jaleo y en los que habrá que concentrar los esfuerzos si se quiere cumplir con el debido control.
Para
concluir, hay que decir que esto del big data no es más que el reconocimiento
del pensamiento divergente como método de análisis; de la interrelación de
datos aparentemente inconexos puede surgir la explicación a una cuestión, o una
idea para mejorar un proceso, o la adivinación de los deseos de los
consumidores (o de los delincuentes). No olvidemos que de la definición de Big
Data, lo que lo diferencia de otras disciplinas como Business Intelligence son
las llamadas 3Vs; volumen (cantidad de datos), velocidad (con la que se
procesan), y variedad (diferentes tipos de datos por categorías y fuentes). De
los tres componentes me atrevo a decir sin riesgo de equivocarme que el que más tiene que evolucionar es
el último; como dicen los detractores del big data; a big data big judgment,
aludiendo a que de poco nos sirve manejar muchos datos sino vemos la verdad que subyace entre los datos.
En esto del big data y el compliance, pronto se podrá decir el famoso refrán; "Hay quien cruza el bosque y no ve leña".
No hay comentarios:
Publicar un comentario